Osos polares en peligro: sobre el frágil hielo

En agosto de 1881, el naturalista John Muir navegaba frente a las costas de Alaska a bordo del vapor Thomas Corwin en busca de tres barcos que se habían perdido en el Ártico. Cerca de punta Barrow vio tres osos polares, «ejemplares magníficos, sanos y corpulentos, que gozaban de su fuerza en el seno de la helada naturaleza salvaje».

Los osos polares habitan el nicho ártico, donde confluyen aire, hielo y agua. Pes donde dan a luz. Se alimentan sobre todo de focas anilladas y barbudas, pero a veces cazan morsas e incluso belugas.

El hielo marino es la base del hábitat marino ártico. Debajo y dentro del propio hielo, que no es macizo sino que está horadado por infinidad de canales y túneles de todos los tamaños, viven organismos de vital importancia: billones de dia­tomeas, crustáceos e integrantes del zooplancton. En primavera, la luz solar penetra en el hielo y desencadena una proliferación de algas. Estas algas se hunden hacia el fondo, y en las aguas someras de la plataforma continental forman la base de una cadena alimentaria en la que figuran almejas, estrellas de mar, peces como el bacalao ártico, morsas, y también osos polares.

rfectamente adaptados a ese ambiente hostil, la mayoría pasa toda la vida sobre el hielo marino, cazando todo el año, y sólo vuelven a tierra firme para preparar las madriguera

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